¿Tregua para el nuevo gabinete?
¿Tregua de la convulsión social?:
Esta semana, el Pleno del Congreso aprobó, con 93 votos a favor, 30 en contra y 1 abstención el texto sustitutorio que propone la reforma constitucional para que se realicen elecciones generales en abril de 2024, como respuesta a la demanda de la población, que se volcó a las calles en manifestaciones y protestas.
El impacto de esta acción aún es incierto, pues algunos sectores demandan un adelanto de elecciones “de manera inmediata”, pero habría un entendimiento explícito de otorgar una tregua en las movilizaciones hasta inicios de enero.
Sin embargo, hay dos hechos puntuales que marcaron la ruta y se podrían tomar como referencias para lo que vendría después de las fiestas de fin de año. El primero es que tras la prisión preventiva ordenada a Pedro Castillo no hubo un impacto social mayor en las calles. A esas alturas, era reducido el número de personas en los exteriores de la DIROES y no ha habido una mayor presión en ese sentido, lo que evidencia que la situación de Castillo no es el principal tema en la agenda de demandas, a diferencia de lo que quieren hacer creer sus aún aliados políticos.
El segundo es que si bien hay un sector que reclama un adelanto de elecciones, en realidad no existiría claridad, para la mayoría de los ciudadanos, sobre las implicaciones de un proceso electoral, que en realidad empieza mucho antes de la campaña electoral en sí. Esto también abre un espacio para ver qué capacidad de respuesta tendrá el gobierno el siguiente año, cuando se ratifique la aprobación al adelanto de elecciones.
El riesgo es que entre en debate una Asamblea Constituyente, pues es una agenda latente para los sectores más radicales, los que la continuarán demandando independientemente de los acuerdos y consensos que se puedan lograr en espacios políticos. Despierta algunas alertas que el presidente de la Comisión de Constitución, Hernando Guerra García, se haya ofrecido a debatirlo en la comisión, cuando el tema ya había sido archivado por este grupo.
El retorno de la meritocracia:
Estos días de tregua podrían presentarse como un espacio a ser rentabilizado por el nuevo gabinete. Ello, de cara a contrarrestar a los grupos que van a aprovechar el nombramiento de Alberto Otárola como jefe del Gabinete para asociarlo como el responsable de las muertes de la convulsión social de diciembre. En ese sentido, Sigrid Bazán, congresista de Cambio Democrático, ya adelantó en sus redes sociales que no le otorgará la confianza al Gabinete Otárola. Posición que tampoco es novedad de quienes son ahora oposición al gobierno.
Otárola, quien ciertamente tendrá un poco más de manejo político que su antecesor, Pedro Angulo, llega con un desgaste que habría sido innecesario si hubiera empezado como premier, en lugar de ministro de Defensa y vocero en el tema de los conflictos sociales. Su llegada es a sectores de una izquierda progresista, más ligada a quienes promueven programas sociales que la estatización o nacionalización en el país.
Junto a Otárola, se hicieron cambios en los ministerios de Defensa, Interior, Educación y Cultura, mientras el resto de los ministros fueron ratificados en sus carteras. La designación de Jorge Chávez Cresta en Defensa es interesante por cómo podría cambiar el manejo en el conflicto social. Chávez Cresta, quién ha sido jefe del INDECI y coordinador del COEN, tiene un perfil mucho más sereno y técnico, en comparación con Otárola quien tuvo una actuación más política en esa cartera.
Existe un poco de incógnita frente a quienes están a cargo del Interior y Educación, Víctor Rojas y Óscar Becerra, respectivamente; mientras que, Leslie Urteaga, en Cultura, ha sido viceministra en dicha cartera. En teoría, los miembros del gabinete tienen perfiles técnicos que suman a reforzarlo. Es un Ejecutivo que va a buscar recuperar la meritocracia para la designación de los cargos públicos, como así lo señaló Otárola en su primera conferencia de prensa esta semana como jefe del gabinete. “Lo que hemos encontrado no es halagüeño” comentó en referencia a los cargos de confianza del gobierno de Pedro Castillo.
Cambio en la estrategia comunicacional:
La presidenta Boluarte ha mostrado, desde el inicio de su gestión, su disposición al diálogo y a acercarse a todos los actores políticos y sociales posibles que le permitan tener estabilidad en su gobierno. Boluarte, además, está tratando de mostrar que tiene liderazgo y carácter en estos momentos cruciales para el país. Lo que se evidencia en su presentación en diversas actividades oficiales de fin de año de las Fuerzas Armadas, como la clausura del año académico de la Escuela de Oficiales FAP, de la Escuela Militar de Chorrillos, de la Escuela Naval y de la Escuela de Formación Policial, entre algunas más, donde trata de demostrar que es una líder firme.
Sin embargo, también trata de mostrar su lado sensible, de madre, de mujer provinciana y quechuahablante, para tratar de conectar con la mayoría de las personas del país. El lenguaje no verbal, como reforzar los gestos corporales, mensajes en quechua en sus entrevistas haciendo un llamado a la calma, y generar empatía desde el sentimiento – pero sin perder liderazgo y firmeza porque en su rol de liderar el país le toca mantener el orden – suman a una estrategia comunicacional que denota cierta preparación y puede ser positiva para su gestión.
Si bien en momentos de convulsión social estos mensajes no necesariamente calan en el fondo de la población, es positivo que se dé el espacio y esfuerzo de conectar con todos los actores posibles de la sociedad.