¿Se acabó la luna de miel?
Interpelaciones como cancha:
Desde enero de este año, las bancadas del Congreso vienen presentando una serie de mociones de interpelación a miembros del gabinete Otárola. De las 16 mociones, cuyo objetivo es interpelar o invitar a ministros al Pleno, 11 han sido presentadas por bancadas que hacían las veces de oficialistas en el gobierno de Castillo. Sin embargo, la diferencia esta semana recae en que bancadas de derecha y extrema derecha, como Fuerza Popular, Avanza País y Renovación Popular, también se sumaron a esta corriente de interpelaciones al Ejecutivo. Puntualmente, estos bloques parlamentarios buscan que el ministro de Defensa, Jorge Chávez Cresta, responda por los militares que fallecieron intentando cruzar el Río Ilave, en Puno.
¿Se acabó, entonces, el soporte que daba la derecha al Ejecutivo en el Congreso? No necesariamente, pues se trata de una relación en la que el apoyo, ciertamente, se decide en función a tema que se pone sobre la mesa, y no configura, necesariamente, un respaldo inicial amplio. En hechos puntuales, como el adelanto de elecciones, gobierno y sus nuevos aliados ocasionales han terminado colisionando y, en este caso, estos grupos tienen como premisa la defensa férrea a las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. Esta bandera del bloque conservador del Parlamento es el símil a la Constituyente de la izquierda.
Una de las muestras más claras de la relación de coexistencia entre el gobierno y la derecha es el rechazo a la moción de interpelación contra el premier Otárola, quien viene haciendo denodados esfuerzos por mantener la cordialidad y las buenas formas, en un ámbito de colaboración, entre ambos poderes. La posición de Avanza País es un poco más moderada e incluso, por declaraciones de algunos de sus integrantes que no están de acuerdo en apoyar una censura a Otárola, no habría consenso para una votación en bloque. Por su lado, Fuerza Popular no está buscando colisionar, en general, con el Ejecutivo, pues, con perfil bajo y sin causar revuelo, está llevando una relación cercana con miembros del gabinete.
La principal diferencia entre los bloques ideológicos del Congreso, respecto a esta ola interpelativa, es que la izquierda, en especial Perú Libre, tiene como objetivo el censurar a los miembros del gabinete. Estos grupos se mueven en torno a sus intenciones de desestabilizar a un gobierno ya débil, y el ánimo de venganza constante tras la salida de Castillo. Esto abre espacios en los que, dependiendo del tema o ministro a interpelar, sí se consigan los votos en el Pleno para que los titulares de las carteras acudan al Hemiciclo.
No obstante, esta continuidad de las mociones de interpelación a miembros del gabinete, reiterativas en fondo y forma, ayuda a dilucidar que persistiremos en la lógica del último quinquenio en el que los ministros deberán presentarse de manera constante ante el Pleno, pero con la contraposición de actores y con el riesgo que el sector más radical de la derecha, como Renovación Popular, esté dispuesto, paradójicamente, a quemar puentes. Para esta bancada, y en una idea lógica para su vocero Jorge Montoya, su permanencia hasta el 2026 estaría ligada a un cambio en la presidencia. Es decir, para ellos, el escenario de una renuncia o vacancia de Dina Boluarte no es tan descabellado.
Hay dos hechos que podrían generar un nuevo posicionamiento en el Congreso. Uno de ellos es la declaración de esta semana del expresidente Castillo, quien acusó a congresistas de pasearse “por las oficinas del despacho presidencial” y de pedir “500 millones de soles para que se repartan en sus bancadas”. ¿Será el exmandatario capaz de articular una declaración que condene a congresistas?
El otro hecho es la moción de censura que se presentó sobre el presidente del Congreso y la primera vicepresidenta y tercer vicepresidente, José Williams, Martha Moyano y Alejandro Muñante, respectivamente. Si bien esta fue rechazada con 31 votos a favor, 59 en contra y 3 en abstención, el desagregado de la votación nos permite creer que bancadas como Acción Popular y Somos Perú estarían más decididas a colaborar con el gobierno.
Estrategia que parece rendir frutos:
La permanencia de la presidenta Dina Boluarte parece fortalecerse con cada día que logra mantenerse en Palacio de Gobierno. Este fortalecimiento, de la permanencia y no necesariamente de su posicionamiento, se debería, principalmente, al desinterés generalizado de la población por movilizarse de manera constante y organizada en contra de los principales actores políticos del país, y la desesperanza que existe en torno a la política. La falta de un rival político, y un actor que pueda canalizar todo el descontento, dada la carencia de la capacidad política de los rostros que actualmente tienen mayor visibilidad en este espacio, también le da cierto respiro al gobierno de Boluarte.
Además, la conformación de un gabinete técnico, en el que mayormente se prioriza la meritocracia, ha logrado que se regrese, luego de 16 meses de la gestión anterior, a una senda en la que la estructura del gobierno nuevamente funciona, y que aunque debería ser lo estándar, se había convertido en una excepción en este período.
En general todos los miembros del gabinete están trabajando en el despliegue de una estrategia de acciones concretas del Ejecutivo respecto al país, pero, sin duda, resalta el trabajo articulado y descentralizado que vienen ejecutando los ministros de Economía, Transportes, Salud y Desarrollo Agrario, principalmente.
Asimismo, es evidente que la mandataria está mostrando su predisposición de conversar con todos los sectores que quieran acercarse al Ejecutivo. Esta semana, Boluarte participó en la ceremonia de transferencia de la presidencia del Consejo Directivo de la CONFIEP, en mesa de trabajo con cámaras binacionales y en una reunión con mujeres autoridades y representantes de organizaciones sociales.
Estos elementos, como el que los ministros no sean voceros políticos, estén enfocados en sus carteras dando soluciones técnicas y las regiones, en su mayoría, estén recibiendo de manera positiva el trabajo organizado del Ejecutivo, le dan un espacio de tranquilidad a la presidenta y le permiten soñar con la posibilidad de mantenerse en el cargo hasta culminar el período en 2026.
Un punto débil de la mandataria continúa siendo el sur, específicamente Puno, donde el conflicto social se mantiene latente. El Ejecutivo decidió responder con el programa ‘Con Punche Puno’ y a lo largo de las semanas se podrá ver si fue una respuesta adecuada o se requiere de otro tipo de acciones concretas. Sin embargo, el entrar a dar una solución puntual a una región podría abrir la puerta a que en otras regiones del país se realicen protestas con un fin similar -aunque es un Ejecutivo dispuesto al diálogo, como lo ha demostrado- o a que el anunciado plan regional fracase estrepitosamente.
Por lo visto estas semanas, y por la poca disposición al diálogo mostrada, de parte de autoridades y representantes sociales en dicho departamento, pareciera que la salida debe ser más política que técnica, pero dependerá de la capacidad del Ejecutivo de fortalecer y respaldar el posicionamiento de quienes, en esa zona en particular, buscan recuperar espacios de trabajo y contribuir con el desarrollo de la región.